Me tocó despertar en un lugar sumamente alejado de las grandes urbes, de las grandes ciudades repletas de carros, fabricas y edificios. Me tocó despertar en un espacio limpio de colores grises, esos colores que comúnmente se observan en el corazón de la ciudad de México.
Me tocó despertar en un rinconcito verde, sumamente natural. Se pueden sentir los colores vivos de un lugar no contaminado. Se puede respirar la frescura de los arboles y bosques que rodean el lugar.
¿Alguna vez has pensado llegar tan lejos? No, nunca lo había pensado, y hoy me encuentro a 9,265 kilómetros de casa.
Unas 11 horas tardamos en llegar hasta aquí, y una vez que tocamos suelo Sueco, fuimos por nuestro equipaje y nos llevamos la no tan grata sorpresa de saber que, nuestras maletas no había llegado con nosotros, y esto ocurrió porque, hicimos una escala en el aeropuerto de Franfurk y al cambiar de avión, como este iba con casi 1 hora de atraso, a nuestras maletas no les dio el tiempo suficiente para correr, a nosotros si, pero a ellas no. Bromeo con esto cada que cuento que pasó con nuestro equipaje.
Moríamos de hambre así que fuimos a comer una hamburguesa, dicen que son las mejores de aquí, habría que probarlas para saber. El lugar se llama Max, no sé porque pero me hizo recordar a la serie de Stranger Things, quizá es porque tengo ganas de ver la siguiente temporada pero no lo he hecho, pero ese es otro tema.

Resultó ser que nuestras cosas no iban a estar con nosotros pronto, los siguientes días tuvimos que pasar con la misma ropa, no había mucha opción. Después de dos días, ya era demasiado, así que volvimos al aeropuerto para ver qué estaba pasando, pero cuando llegamos, oh sorpresa, ya estaba cerrado el centro de atención de maletas perdidas, así que tenían que pasar al menos 2 horas para que regresaran nuevamente a atender.
¿Qué es lo mejor que se puede hacer mientras uno tiene que esperar? Conocer un nuevo lugar, leer un libro, o escribir.

Es un lugar pequeño, buscando en internet descubrí que ahí fue la primera ciudad de Suecia. Es un lugar muy chiquito pero encantador, con casitas con tejado rojo, un montón de flores por todos lados, y lo que más me encantó de este sitio fue que había muchas mesitas para sentarse, e incluso los cafés o restaurantes tenían sus particulares meses en la parte de afuera.
Caminamos por los pasillos del lugar, y esperamos a que nos diere la hora para regresar. Así que les comparto un poquito de lo que vimos en sigtuna.
Un poco de Sigtuna
Me hubiera gustado poder entrar a conocer el museo, pero teníamos poco tiempo así que había que aprovechar al máximo el tiempo que estaríamos ahí.
Le tomé varias fotos a este Don pato, al final creo que se dio cuenta y me miró con cara de, ya no más fotos por favor.
Me declaro super fan de estas mesitas, pero me declaro aun más fan de las flores que ponen sobre las mesas, es algo que siempre he querido hacer, y ahora que he visto esto, me siento aun más inspirada.
Aunque el cielo se ve bastante nublado, había un calor que no les cuento, aunque más tarde comenzó a llover ligeramente y bajo un poco el calor que se sentía.