Dicen que tienes que hacer lo que más te gusta, y eso va a ayudarte en tu creatividad, pero, ¿qué pasa cuando no tienes tiempo, o cuando ya estas haciendo lo que más te gusta en tu trabajo, pero quieres experimentar otras cosas? Por ejemplo, escribir, tomar fotografías o simplemente hacer nada.
Bueno, ese es mi caso, todos los días hago lo que me gusta, pero es que, el día acaba muy rápido, o si no acaba rápido, debido a las diversas actividades, uno termina realmente cansado y de lo único que tiene ganas de hacer es, dormir. Seguro que varios de ustedes se sienten identificados. Hay días que solo tienes ganas de hacer NADA.
Y hacer nada está bien, pero nos han dicho tantas veces que debemos ser productivos todo el tiempo, que debemos estar trabajando en aquello que nos gusta todo el rato. Nos han dicho que debemos desayunar, comer y cenar aquello que queremos para lograrlo, y no digo que esté mal, pero oye, de vez en cuando un respiro no está mal, de vez en cuando tomarse un día para hacer esas otras actividades que también nos gustan pero que dejamos de hacer por falta o de tiempo o de energía, también está bien.
Desconectarse se siente bien, y deberíamos hacerlo de vez en cuando, porque, cuando te desconectas del mundo exterior, te conectas con tu mundo interior, y al final del día eso se convierte en un equilibrio entre estar rodeado de personas que te quieren y estar rodeado de tu amor propio y de sentirte bien contigo mismo.
Suena muy fácil decirlo, pero es más complicado de lo que parece hacer esa desconexión del mundo que nos rodea, intentar aceptar sin tener que comprender demasiado, solo estando ahí, observando, recibiendo.
Estoy escribiendo esto mientras viajo por carretera, y con una buena playlist de fondo, y una espectacular vista, y me recuerdo de vez en cuando, por qué es importante desconectarse.
Lo más difícil de la desconexión es hacerlo con culpabilidad, es decir, ya estás ahí, disfrutando, pero con la cabeza llena de pendientes de trabajo, con una mente embrumada por las cosas que se tienen que resolver para que todo marche bien. La culpabilidad de no querer hacer nada, esa sensación al decir, no hice nada y en el fondo sentirse mal. Deberíamos aprender a no sentirnos culpables, a apreciar más, porque, entonces pasa todo lo contrario, cuando estamos trabajando arduamente, quisiéramos estar en la playa, en las montañas, o en casa viendo películas, y nos sentimos culpables por trabajar demasiado y no descansar, y cuando estamos descansando nos sentimos culpables por descansar y no trabajar. Es lo peor que podemos hacer, vivir haciendo algo y pensando en otra cosa. A que darle a cada actividad su lugar, trabajar duro y fuerte para luego descansar sin culpabilidad.