Es increíble la cantidad inmensa de lugares que pueden existir en un mismo sitio tan pequeño, es decir, en un cachito de tierra bien poblada, hay miles y miles de establecimientos que aunque un día digas, sí ya lo he visto todo aquí, pues la verdad es que nunca acabas de conocer todo, y eso que solo me refiero a los lugaares que son tan cambiantes, se imaginan a las personas, creo que ese es otro tema y otro caos dentro de todos los caos que existen.
En fin, decidí un buen día, porque no, ir a un club de lectura en inglés, porque mi inglés no es el mejor de todos, entonces justo el día que más llovía, que más frío se sentía, agarre mi bolsa, con un libro dentro de ella y decidí ir en busca de ese pequeño café escondio en medio de la ciudad.
El trayecto fue todo un caos, porque cuando menos se esperó, la luvia intesa me atacó a mi y a cientos de personitas que caminabamos cada una con su rumbo ya marcado, o otras que no tenían idea ni de a dónde irían, en fin, todos comenzaron a correr lejos de la lluvía y como pude encontré entre un par de casas de color verde un tejadito que me ayudó a no mojarme tanto. ¡Oh no! Ya son más de las 6:00, pensaba mientras miraba el reloj. Jamás llegaré ya es un hecho rotundo, entre la lluvia que no se veía terminaría nunca, las calles mojadas y los rios inmensos que de la nada surguieron, espere un rato, para poder seguir.
Evidentemente llegué tarde, ¡horror que se me hace llegar y saludar a todos con esa cara de, pero si hemos comenzado hace más de una hora!
Como no fui la única que llegó tarde por culpa de la lluvía, mi culpabilidad no fue tanta o se calmó al poco rato.
Era un café bien bonito, con muchas cosas y lleno de objetos miraras dónde miraras, algo coqueto y al mismo tiempo bastante siemple y pequeño.
Hay un segundo piso lleno de colchonetas y almohadas y cosas armadas de materiales para reciclar que permitireron hacer el adorno del lugar, también puedes leer y despejarte un ratito.
Por ejemplo había una maleta de equipaje de esas que solo ves actualmente en las películas porque realmente son muy viejitas, estaba convertida en un tipo asiento, bastante acojedor para ser sincera, y muy creativo diría yo.
Algunos otros, eran solo colchoncitos de colores y eso si muchas mesitas también armadas con elementos que a veces tenemos en casa.
Me llamó mucho la atención ver como tranformaron lo simple en algo curioso, por ejemplo esta llanta de coche ahora es una mesa con un lindo adorno en el centro.
¿Alguna vez han visto o recuerdan las sillas de los teatros de hace mucho mucho tiempo? pues aquí usaron dos de esas sillas que me recuerdan a los teatros y un piano, obteniendo esto como resultado:
También entre las miles de cosas y objetos que había, exajero con lo de miles, pero si había bastante cosas, encontré un reloj muy vintage, que sin duda me atrapó por completo.
Y ya para terminar con mi recorrido de fotos por el lugar, hay uno en particular que además de ser un objeto muy dulce, es una pequeña tentación para quien como yo en algún momento de su niñez le recordó el mismo objeto pero 10 veces más grande en tamaño.
Lo que comenzó como un mal día en medio del agua, terminó como un buen día lleno de objetos y recuerdos de mi niñez, en un lugar bastante cálido y acojedor.
Creo que aunque a veces te vaya mal en el día, si ves los pequeños detalles y prestas un poco más de atención al final, no está tan mal como pareciera.
Es importante recordar que no todos los días son perfectos, pero que esas pequeñas imperfecciones hacen que puedas darte cuenta de lo que está frente a ti, llamandote y llenandote de felicidad.
Sin duda alguna, volvería a repetir la caminata bajo la lluvia, la espera entre las casas verdes junto con un montón de personitas esperando al cielo verse aclarar, y sobre todo, sin duda volvería a hacerlo, porque conocí nuevos amigos, nuevas formas de pensar, nuevas cosas y nuevos recuerdos.