La espera, el tiempo, los minutos que corren lento.

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Escrito por

Jess Pérez

El tiempo

Una de las preguntas más difíciles de contestar, y es que, qué podrías decir, qué es el tiempo. Pareciera que este cambia dependiendo del contexto, a veces es lento y otras más es fugaz, apenas si te das cuenta cuando este pasa.

Para una persona que tiene prisa por ver al alguien, el tiempo es lento, los minutos se vuelven horas y pareciera que el reloj nunca avanzará, en cambio para una persona que necesita llegar a tiempo para tomar un avión, el último minuto pareciera que corre tan rápido y que no será suficiente.

Por otra parte, cuando te pones a hacer ejercicio y estás contando abdominales o te has colocado a hacer una «plancha» los segundos parecen eternos, los cuentas y son largos, y cuando regresas la mirada solo ha pasado un minuto.

En cambio cuando alguien se va lejos, los días son eternos, ya no tienen 24 horas, tienen días en los días, y sientes que jamás pasarán.

El tiempo es tan relativo, y todo es tan contextal.

Una gota de agua puede tardar mucho o poco tiempo en caer, todo dependerá del contexto en el que sea vista, un árbol puede tardar mucho tiempo en crecer, y uno no puede hacer absolutamente nada para que este crezca aún más rápido.

Una semilla puede tardar en germinar, ¿lo vez? todo necesita su tiempo, todo necesita segundos y minutos perfectamente acomodados para que las cosas crezcan.

Lo rápido es fugaz, esa emoción de corto plazo es líquida, porque se cae por las manos y jamás regresa, pero lo eterno lleva tiempo, y este es necesario para entender nuestra propia existencia, y para comprender todo lo que nos rodea.

A veces nos perdemos entre los minutos y entre los segundos, y creemos que nada pasará, que la infinidad está enfrente de nosotros y el reloj jamás avanzará, pero no entendemos que todo necesita espacio.

Hasta la misma existencia necesita ciclos de espacio para entenderse a si misma. La naturaleza necesita ciclos para restaurarse y volver a crecer en ella hermosas flores amarillas que miran con orgullo al sol.

La mitad de nuestra vida está basada en tiempo, todo lo que hacemos lo pagamos con tiempo, desde nuestras desiciones hasta nuestro altibajos, desde nuestra felicidad, hasta nuestros dolores más profundos. Todo lo que tenemos en este momento es tiempo, y él es demasiado celoso, porque no regresa jamás, con cada minuto que avanzamos, tenemos menos de vida, con cada segundo que desperdiciamos, tenemos menos de vida. Y nuestra vida se ve arrebatada con el tiempo.

Y entonces todo se vuelve tan ligero y pesado al mismo tiempo, porque el tiempo juega con nosotros, dándonos momentos eternos, donde los segundos se vuelven horas, y dándonos momentos tan frágiles donde las horas se vuelven segundos.

Al final de todo, no nos queda nada más que esperar, y entender que el tiempo es sabio y que con él viene las mejores o peores desiciones de nuestra vida, de nuestra existencia y de nuestro propio existir en este mundo, en esta galaxia y en este universo que no tiene fin.

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