La infinidad, una necesidad de reinventarse.

infinidad

Escrito por

Jess Pérez

Algunas cosas son forma infinita de otras, el mundo es un infinito de otros, las personas son infinidad de otras, los segundos son infinidad de otros. 

El infinito es interminable y con ello cíclico, es un laberinto sin final, un segundo que jamás se detendrá. 

¿Te imaginas un mundo sin infinidad?

La magia de la infinidad viene de los pequeños detalles, viene de los colores, de los sabores, de las texturas, del frío que  se siente, del calor que te quema. La infinidad viene de los recuerdos, de las memorias, y de las vivencias que tienes en cada momento. Una infinidad viene de los lapsos de tiempos que se te van de la vida al deleitar con exquisitez un hermoso paisaje, a sentir desde los dedos como una corriente de aire frío cruza, a sentir un mar de emociones, un palpitar adormecedor que vibra desde tu pecho, acompañado de un momento de serenidad, de tranquilidad, paz. 

La infinidad está frente a nosotros, atrapada entre el tiempo y el espacio. Adherida entre las calles, los pasos, los respiros, el desayuno con café, en la lluvia y el olor que desprende la tierra cuando el agua golpeante toca cada grano de polvo. 

La infinidad está entre nuestros dedos cuando los sumergimos en un recipiente lleno de agua. Está frente a un espejo de un baño en medio de la selva. 

La infinidad está entre las calles que como ramas de árbol se pierden entre personas, entre olores, colores, vibraciones, está entre paisajes quietos, callados, distantes, fríos. Entre colores azules y turquesas, entre rimbombantes cansancios, entre la mitad de camino y el comienzo de otro. 

Quisiera poder absorber toda la infinidad, quisiera poder que ella me absorbiera, que entre tanto y tan poco, lo demasiado se vuelva eterno, y lo poco se vuelva paz. Entre lo eterno se vuelva poco y olvidadizo, y lo poco se vuelva demasiado. 

Vibra, anuncia, siente, respira, y comienza querida infinidad. 

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