Conociendo Madrid
Nunca me hubiera imaginado que algún día conocería Madrid. Sí, ese lugar que desde pequeña se había convertido en todo un sueño, y de repente a mis 27 años de edad, este se convierte en un hecho real.
Un día sin mas, tomé un avión desde Cancún en México, y volé derechito a mis sueños, a ese país anhelado por el paso del tiempo, y entones ocurrió, me encontraba pisando piso español. Pasó tan rápido que no podía crecerlo. Ya estando en el lugar, camine cuanto pude, recorrí calles completas, subí y baje por callejones, me cansé, me perdí, me reencontré entre las líneas del metro, fui al Parque de el Retiro, al Palacio de Cristal… Vi nuevas combinaciones de colores, descubrí nuevos olores, probé nuevos sabores y entendí que el mundo es maravilloso.
Sueño vs realidad
Antes de llegar, había mirado un par de fotos, había entrado a google y había visto cientos de cosas que comentaban los demás, trataba de viajar y entender cómo era un lugar, desde lo que habían vivido los demás, y me creé una idea, un concepto de un lugar, y me daba miedo llegar y no saber cómo funcionaba el país… pero a veces lo que vemos desde un sueño puede ser diferente a la realidad. Tenía miedo de perderme, tenía miedo de no llegar al lugar correcto, de no saber qué hacer, qué comer o a dónde ir, y una vez que estuve ahí, me enamoré de todo, y caminé, y descubrí, y me di cuenta que no estás solo, que estás más acompañado, que hay gente por todos lados que te ayuda, personas que te guían, te recomiendan lugares y te cuentan sus propias historias.
De camino tomé un uber para adentrarme en las calles, y el conductor era un hombre argentino, me contó que llevaba más de 20 años viviendo ahí, de cómo había llegado y como se había quedado, de los lugares que había conocido y de los cuales no tenía que perderme. A mi me gusta escuchar todo lo que cuentan, y como lo cuentan, con emoción, con nostalgia, con recuerdo, incluso algunas veces con melancolía, porque la cara se les llena de memorias pasadas, unos suspiran y otros más ríen.
Que bello eres Madrid, y cuanto me haz enseñado en tan pocos días de estar aquí contigo, acompañándote en las noches, en los amaneceres y en tus atardeceres.