Bestiario de Julio Cortázar

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Escrito por

Jess Pérez

Julio Cortázar se ha convertido en uno de mis autores favoritos, quizá por la magnifica forma en la que describe cada una de sus historias.

Regularmente y gracias a Internet, puedo escuchar de su propia voz algunos de los cuentos que el mismo escribió, y eso lo hace aún más fascinante. Su forma de escribir hace que se me enchine la piel, tal cual lo diría un personaje de Huxley, las palabras deben traspasar el alma así como lo hacen los rayos x.

Todos los cuentos son una delicia, aunque hay dos cuentos que en lo particular me atraparon, Carta a una señorita en Paris, la grandiosa forma de tener conejitos y cuidarlos dándoles de comer tréboles, y Cefalea. ¿Sabías que cuando te quiere dar migraña, hay unos pequeños animalitos llamados Mancuspias?, estos son los encargados del fuerte dolor que sientes en tu cabeza y para que alivies el malestar, debes darles avena malteada y dos veces a la semana leche con  vino blanco pues solo así podrás mantenerlas en calma, aunque no significa que dejarán de ser traviesas.

El «Omnibus» es una forma maravillosa de compararlo con la vida real, ¿Cuántas veces hemos visto que un grupo excluye a una persona por no formar parte de su cultura, o por no tener el mismo objeto? y aunque muchos se resisten a decir «no» y tratar de huir de esa enorme masa, terminan por ceder e instantáneamente  te vuelves uno más, y te preguntas el porqué de no haberlo hecho antes y entonces vomitas conegitos y te escapas del tigre que está todo el tiempo en la casa.

¿Alguna vez te has puesto a pensar que de una extraña forma, los libros se van uniendo uno tras otro? que es difícil abandonar una historia y comenzar otra. Que aunque uno cree que los autores no están llenos de ideas de otros autores, se nota en sus letras cuando escriben, en esa sensación de haber leído esas palabras en boca y letra de alguien más. Es extraño pero a veces me gusta pensar que todos tienen algo que ver, y que los nombres y las formas de cada una de las letras está plasmada y llena de tanta sensación y vida, y recuerdo y suspiros que anhelan y dejan un escalofrío en el cuerpo una vez que son releídas.

Cortázar me hace pensar que se puede vivir en un mundo lleno de fantasía, que te puedes reír de la forma más extraordinaria de toda la rutina, y que con un poco de esfuerzo desapareces de ese mundo y te trasportas a uno dónde no hay limite, donde tienes toda la imaginación para ti, y todo es posible y divertido, donde un gramo de felicidad es igual a aquello que ni siquiera te imaginabas que podría pasar.

Y al final cuando vuelves y abres nuevamente el libro, lo palpas, lo hueles y percibes ese aroma a hoja vieja, a camino y escaleras llenas de moho que tienes que subir una tras otra porque apareció tu nombre en un periódico y otra historia te atrapa, pero no quieres porque tratas de dejarla y comenzar una nueva, una donde sabes que algo extraordinario va comenzar y que probablemente te llene de ideas del mismo autor que aún no haz leído. Y entonces haz cambiado y no volverás a ver la misma rutina de la misma forma, y cuando veas a alguien tener migraña o sientas que se está alejando porque algo guarda, te acordarás de esas letras tan negritas y caminantes que alguien más escribió, porque el mundo está lleno de objetos y formas tan extrañas y tan vacilantes, que pocas personas se percatan de lo que tienen enfrente y entonces un ramo de flores impide que veas a los demás tal cuál son. Y nuevamente terminas de leer el libro y lo compartes y nadie entiende, pero lo dejas continuar y ahí queda como un momento de felicidad dado, como un anhelo que no se repetirá y como parte de almacén de historias guardadas y entrelazadas una con otra.

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